Adiós, Lucía -1


Nota del autor: Adiós, Lucía nos cuenta de la mano de su protagonista cómo vive el mundo de la hostelería el confinamiento con motivo de la pandemia del COVID-19. Nos lleva por los    altibajos que vive una persona en esta situación; cómo intentamos ser duros como rocas pero en poco tiempo nos damos cuenta de que las rocas no flotan en el agua. La soledad que siente la persona recluida, la preocupación por sus seres queridos, la añoranza de los otrora monótonos quehaceres diarios, y las incógnitas que surgen y que sólo traen más preguntas.  Pero Adiós, Lucía es sobre todo una historia de superación donde no rigen las leyes de la física, y donde esa roca que se hunde en el agua ha de tocar fondo para salir a flote.


Capítulo 1

Como siempre hacía antes de empezar el servicio, encendió el pequeño televisor del office y se sentó en la silla. En una mano el viejo mando de la televisión; en la otra su cena. Era su hora de descanso. Mientras daba otro bocado a su sándwich de atún, Lucía se daba cuenta de que todo iba a cambiar. Las noticias eran preocupantes, pero su instinto le decía que eran mucho más preocupantes de lo que el tubo catódico de esa antigua televisión dejaba ver. Las palabras del presentador hacían eco en la habitación: “El Gobierno va a decretar el estado de alarma desde mañana sábado día 14 de marzo, lo que significa…” Y con su trémulo dedo índice pulsó el desgastado botón rojo de stand by del mando: ya había escuchado suficiente… sabía que el servicio del viernes se tenía que suspender.

Lucía regentaba una coqueta coctelería en pleno centro de su ciudad. Era una rebelde, bueno, una ex-rebelde como le gustaba decir cuando bromeaba. Esto le llevó a dejar pronto el instituto y tener que ayudar en el bar de sus padres donde, al ritmo de las rumbas que tanto le gustaba poner a su tío, se enamoró de la profesión. Tiempo después decidió poner tierra de por medio e irse a la capital: tras muchas idas y venidas, trabajar en locales de mala muerte, (incluso intentar abrir uno sin mucho éxito) cerrar discotecas al alba y dar servicios con tremendas resacas pensó que había sido suficiente. No había venido a la capital a esto. Había venido al centro neurálgico del trabajo que tanto amaba para aprender: así qué decidió redimirse y volver a estudiar. Pero esta vez iba a estudiar lo que a ella le gustaba: coctelería. No tardó mucho en comenzar a trabajar en los mejores locales de la zona donde estudiaba ya que su atrayente personalidad y dulce voz eran más hipnotizantes incluso que sus espirituosas pócimas detrás de la barra. Y entonces fue cuando llegó la hora de volver a casa.

Hoy, a sus treinta y muchos, entre su cabello recogido con trenza se puede distinguir ya alguna cana. No se teñía, le gustaba que se intuyese algún síntoma de que ya no era esa chica rebelde. Para ella las canas imponían respeto y confiaban autoridad a quien las portaba. Llamó a sus empleados: Mercedes, la joven bartender que estaba en ese preciso instante elaborando un old fashioned a uno de los clientes habituales; Julián, el coqueto novio de Mercedes de profundísimos ojos azules; Juan Carlos, que además de su head bartender era su confidente y amigo; Sebastián, que en ese momento estaba también cenando en su descanso y su avidez le hizo suponerse el fatal desenlace que poco después le confirmaría Lucía, y Pedrito, el vivaz y risueño barback al que tuvo que llamar dos veces ya que, como siempre, estaba realizando las preelaboraciones para el servicio del viernes con los cascos del teléfono móvil conectados.

  • Os tengo que dar una noticia – Dijo Lucía con voz calmada y autoritaria
  • Te escuchamos – Respondieron casi al unísono asintiendo a su vez con la cabeza.
  • Tenemos que cerrar unos días. – Continuó ella – Tenemos que hacer algo antes de que esta plaga se esparza. No voy a jugar con vuestra salud ni con la de los clientes y ahora lo mejor es
    estar en casa. Pero tened en cuenta una cosa: yo no os voy a abandonar. Es posible que lo pasemos mal económicamente, pero el dinero va y viene. La mejor manera de tener otra
    oportunidad en la vida es estando con vida…

“La mejor manera de tener otra oportunidad en la vida es estando con vida”

Esas palabras se grabaron a fuego en las mentes de Julián, Mercedes, Juan Carlos, Sebastián y Pedrito. Y con ellas en la cabeza junto con miles de dudas aunque fiándose de Lucía se fueron a casa.

Mientras Lucía apagaba las luces de su local y enfilaba su andar pausado a la calle, intentaba auto-convencerse de las palabras que minutos antes les había manifestado a sus compañeros. Sacó del bolso las llaves de la cerradura, hoy más frías que nunca. Su reflejo en el cristal le devolvía la mirada amenazante como si fuera la siniestra sombra de su otro yo diciéndole “no te vayas, sigue abriendo”. Sintió miedo, pero sólo dejó que ese miedo le bloquease durante cinco segundos. No más. Entonces su sentido común tomó el control y tras un pequeño empujón para asegurarse que la puerta estaba cerrada dio la espalda a su reflejo camino a casa sin saber por cuánto tiempo no iba a poder volver a su coctelería.

Ese fin de semana no durmió bien. Su cabeza no paraba de pensar en cómo reducir gastos, negociar con proveedores, qué pasaría con el alquiler. Lo había invertido todo en ese local, además de avalar un préstamo con su casa para comprar maquinaria y muebles. Toda su vida estaba en esa pequeña coctelería… pero lo que más le preocupaba era qué pasaría con ellos: sus compañeros. Tan sólo dos minutos antes había estado hablando con su gestor y le había dado una solución: con un expediente regulador temporal de empleo se aseguraría que sus empleados cobrarían el paro y el Gobierno bonificaría la cuota empresarial a la Seguridad Social. Pero le esperaba una sorpresa, esta vez agradable: el Estado sí había pensado en los autónomos y las pequeñas empresas: Lucía podría cobrar la baja por incapacidad al verse interrumpida su actividad. Ella, siempre positiva, volvía a ver el vaso medio lleno.

Vinieron días extraños, monótonos. En los que el antes rutinario hecho de sacar la basura al anochecer era ahora una exótica liberación del confinamiento impuesto. El sentir cuando soplaba el viento que el frío le entumecía los talones dejados al descubierto por las zapatillas de andar por casa y le levantaba levemente su bata mientras las hojas secas de los árboles caían ante ella, formando una alfombra parda que le guiaba hasta su “glorioso“ destino: el contenedor. Pero ese insignificante paseo ella lo valoraba más que si hubiera desfilado triunfante por las pasarelas de moda de Milán.

Y entonces, sin más y sin saber por qué le eligió a ella… se presentó sin avisar. “Qué cansancio”. Lucía creyó al levantarse que no habría dormido bien. “Será la fatiga mental a la que me he visto sometida”-pensó-. Se dirigió al baño apoyándose casi sin fuerzas en la pared, esquivando como podía los muebles del pasillo. Esos diez pasos la dejaron exhausta. Abrió la puerta del baño apoyando su peso en el pomo y empujó la hoja buscando desesperadamente un lugar donde sentarse. Posada en el retrete, la idea inicial de ducharse y desayunar dio paso a intentar llegar al armario del baño para coger el termómetro. Antes de abrir el mueble pudo ver en el espejo la versión más demacrada de ella misma que había visto en mucho tiempo.  Semblante lánguido, tez pálida, ojos hundidos… Ya en posesión del termómetro, su temblorosa mano derecha lo colocó, no sin dificultad, bajo su axila. Tres pitidos. Ya tenía el resultado. Aunque Lucía se conocía bien y en esos diez interminables pasos tuvo tiempo suficiente para darse cuenta de lo que pasaba… 39, 6º C. Coronavirus…

Continuará...

 


Sobre mí:Santiago Escribano_LXIII Campeonato de España de cocteleria_digestivo

Me llamo Santiago Escribano, soy gerente de un pequeño local y apasionado de la coctelería, donde he ganado algunas competiciones a nivel nacional. También me encanta el mundo del café y he sido profesor de destilados…. Ah, y tengo un cable pelao.

AB  Castilla la Mancha